Mis amigas dicen que me encanta coquetear. Lo dicen las amigas que me conocen desde hace 40 años y también las amigas nuevas de hace dos o tres. Algunas lo ven como algo gracioso (“Ya está Milena buscando a su próxima víctima”) y otras consideran que este constante mariposeo del corazón hace que sea casi imposible tener una relación en serio.
A mí, obviamente, no me gusta que me llamen coqueta (yo quiero ser una seductora, una “femme fatale”. Y soy una femme, y en algunos casos y en algunas ocasiones, puedo llegar a ser fatal, pero no soy, ni seré nunca, una “femme fatale”).
No me gusta la palabra “coqueta” y no me gusta el concepto, pero cuando tus amigas coinciden en algo, normalmente es porque es cierto. (Tengo una norma muy útil: “La norma de las 2 amigas”: si dos amigas diferentes entre sí, de ámbitos, generaciones y mundos distintos, están de acuerdo en algo, lo doy siempre por bueno, no busco la opinión de una tercera).
Pero ¿qué diferencias hay entre una coqueta (o un coqueto) y una seductora (o un seductor)?