Soy bastante buena sentimentalmente. No es un don del cielo: como toda la gente que ha dedicado su vida al estudio y a la observación de algo (ya sean las hormigas de Madagascar, los vaivenes de la moda o las relaciones sentimentales), al final acabas sabiendo una o dos cosas sobre el tema. No estoy de acuerdo con esa frase tan tópica y tan tonta de que uno nunca sabe lo que sucede dentro de una pareja. En general, un vistazo es suficiente para saberlo, o como mínimo para intuirlo: quién quiere más de los dos, a qué tipo de pacto de convivencia se ha llegado, lo que está en juego para uno y para el otro, el lugar que ocupa el sexo.
Que yo sepa, hay dos maneras de seguir aprendiendo sobre las relaciones: 1. Rompiéndose la crisma regularmente. Como yo. 2. Leyendo buenos libros. También como yo.
En verano releí “Peter Pan”. Esta vez, me pareció básicamente una historia de amor.