Pues bueno. Todavía no había empezado 2025 y ya me había comprado tres agendas. Tres. No baratas. Caras. No de las que te compras en la tienda de la esquina y están hechas con papel marrón y dan un poco de pena y de depresión ya antes de empezar. No. Agendas de papel azul (el papel tiene que ser azul siempre que sea posible, es muy importante. Detesto el color azul claro menos para el papel de escribir y para el cielo. Nunca jamás de los jamases me veréis con una prenda de color azul claro porque 1. No soy una bebé recién nacido. 2. Soy una chica. Y como sabe todo el mundo que haya dedicado más de dos minutos a la cuestión, la versión femenina del azul claro es el ROSA!!!!!! Que sí me encanta. Siempre que: no sea rosa chicle, no sea rosa Barbie, no vire a naranja, no vire a rojo, siempre que se mantenga en un rosa casi beige, un poco azulado, el color de la piel rosa surcada por venas azules, nunca jamás lila o violeta que son dos colores que los hombres detestan -y con bastante razón- y ya les complicamos suficientemente la vida para encima llevar colores que les horrorizan). Bueno. Tres agendas. Caras. De las que encargo como una cretina integral y me mandan desde Reino Unido. Tres de esas. De las que compro cada año desde hace muchos. Así que si lo que buscáis hoy es claridad, compasión, espíritu navideño, listas de lo que he hecho o pienso hacer y unas gotitas de autoayuda o de lecciones de vida, ya os digo que este no es el lugar.
Este es el lugar de una chalada con suficiente tiempo en sus manos y dinero en su cuenta para comprarse tres agendas en un mes.