Detesto bastante el otoño (no sé cómo se me ocurrió escribir hace mil años un artículo en el que decía que todo comenzaba en otoño, estaba mal de la cabeza, o me acababa de enamorar, una de dos). En otoño tengo la sensación (que tengo bastante a menudo, la verdad, pero no de un modo tan agudo) de estar en el lugar equivocado. “No debería estar aquí, ¿qué demonios es esto?” Me pregunto mientras intento comprar jerseys baratos animosamente (porque, claro, me he gastado todo el dinero en verano. En agosto tengo la norma estricta de no mirar ni una sola vez cuánto dinero tengo en la cuenta. Y claro, en septiembre…).
Soy la cigarra, sí, siempre lo he sido y siempre lo seré. Cuando publiqué “También esto pasará” y empezó a funcionar bien, un día, una vecina se me acercó y me dijo toda contenta: “Es genial, Milena, ¡cuánto me alegro! Ahora podrás empezar a ahorrar.” Pensé que se había vuelto loca.