Son las siete y media de la mañana. Escribo desde Munich. Mis hijos duermen. Ayer fuimos a visitar el campo de concentración de Dachau, era el cumpleaños de Noé, cumplía 25, solo durante dos segundos tuve la duda de si era adecuado ir a visitar un campo de concentración el día del cumpleaños de mi hijo mayor. Lo consulté con ellos y ambos dijeron que vaya tontería, que nunca habían visitado un campo de concentración, que la idea había sido suya y que claro que querían ir. Le pregunté a un amigo y me dijo que si queríamos ir, fuésemos, que rindiésemos homenaje a los muertos y que luego celebrásemos la vida, que las dos cosas no eran contradictorias sino complementarias.
© 2025 Milena Busquets Tusquets
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