Hace unos días estuve en casa de Miguel Delibes. Ya la conocía. Había estado allí con mi madre, muchos años atrás. Está tal y como él la dejó, la familia decidió no tocar nada y ahora lo trasladarán todo a un museo para que sus lectores puedan verlo.
Es un caso extraño Delibes (bueno, todos los genios son casos extraños), la mayoría de nosotros luchamos y luchamos y trabajamos como animales para lograr escribir una sola frase memorable. Una. Solo una. O dos. Una frase que trascienda el tiempo, que siga estando reluciente dentro de cien años, que siga siendo cierta (no para nosotros, para el mundo entero), que siga siendo hermosa.
Delibes, no. Delibes es el talento absoluto, el don puro de la escritura, la prueba de que Dios existe. Todas sus frases son perfectas, magistrales, imposibles de mejorar. Podéis hacer el experimento: coged uno de sus libros, abridlo por cualquiera de sus páginas y leed.