A veces la vida es como una película, pero no lo es nunca durante mucho rato. La fotografía de hoy es en realidad un fotograma de una grabación más larga que estuvo haciendo mi amigo Morrosko-Vila-San Juan durante el rodaje en Cadaqués de “También esto pasará”.
Justo en ese momento, mi hijo Héctor y yo nos habíamos sentado en el set para tomar algo. No recuerdo de lo que hablamos, pero siempre adoro hablar con mis hijos. Ya sé que suena cursi y anticuado, pero son mis personas favoritas para conversar: me sacan de quicio, me sorprenden, me divierten, me interesan. Siento un profundo respeto por los dos. El respeto no es algo que uno sienta automáticamente por un hijo, es necesario que se hayan convertido en adultos, que hayan vivido algunas cosas solos, es necesario que hayan tomado decisiones por sí mismos. Y de pronto un día los miras y sientes respeto por ellos.